Bioko: Arquitectura y Memoria

Existió un lugar en Malabo donde creció y se formó el primer abogado ecuatoguineano; de ese mismo lugar surgiría la primera pianista. También existió un lugar que construyeron los habitantes de un pueblo aportando veintinueve cajas de cacao al año para poder llevar a cabo su construcción; hoy ese lugar es testimonio del trabajo de esas personas. Existen recorridos a través de los cuales se realizan danzas y ritos tradicionales que nos vinculan con otro mundo o hacen despertar nuestra espiritualidad; sitios donde reflexionamos sobre el año acabado de pasar y donde deseamos que las próximas estaciones traigan nuevas noticias. Lugares donde la gente se reúne para cantar, jugar o simplemente pasar las tardes calurosas. Sitios donde generación tras generación los más pequeños han aprendido a pensar, los jóvenes a compartir y los mayores a transmitir.

Existieron lugares donde sucedieron verdaderas tragedias; la preservación de esos espacios nos ayuda a recordar que esos hechos no deben repetirse jamás. Existen construcciones que se realizaron impulsadas por la ideología de una época que nos pertenece ya que forma parte de nuestras vidas. Existieron lugares de reunión donde muchos valientes y revolucionarios pensaron un nuevo futuro para Guinea, idearon un cambio. También existieron escenarios donde se reprodujeron movimientos artísticos internacionales, donde se formaron artistas que recorrieron el mundo mostrando nuestras expresiones artísticas y nuestros valores a otras culturas. Y lugares que forman parte de nuestro presente, de nuestras rutinas y nos acompañan en la construcción diaria de nuestra memoria.

¿Qué es un pueblo sin memoria? 

A través de estos lugares se nos presenta un modo de reconocer nuestra historia. Nuestra cultura se refleja a través del patrimonio arquitectónico y urbano y es para nosotros la memoria palpable de nuestro pasado, la consciencia de nuestro presente y la reflexión para nuestro futuro. 

Desde la escuela de Arquitectura de La Salle, Universidad Ramon Llull de Barcelona y en colaboración con el Centro Cultural Español de Malabo iniciamos durante el pasado mes de junio un inventario de patrimonio arquitectónico. El proyecto fue autorizado por el Ministerio de Información, Cultura y Turismo  de Guinea Ecuatorial. Uno de los objetivos más importantes es sensibilizar a nuestra sociedad sobre el valor de  la cultura a través del patrimonio construido.

Nos hemos aventurado a rescatar todos aquellos edificios y lugares que tienen un valor social, cultural, artístico o histórico para nosotros los ecuatoguineanos, en primer término, y para la comunidad internacional. Espacios culturales en su mayoría de gran belleza que queremos preservar. El patrimonio arquitectónico forma parte de nuestra cultura material. Si lo destruimos, una parte de nosotros también desaparece. Es por lo tanto un largo recorrido el que nos queda por andar. 

Veremos reflejados nuestros modos diversos de entender el mundo a través de la arquitectura vernácula, la cual se caracteriza por satisfacer las necesidades básicas del ser humano, sirviéndose de los recursos locales de su ambiente inmediato, adaptándose al entorno y preservando los valores, sistema de producción económica y estilo de vida de sus usuarios. Estas estructuras, originarias y propias de cada región, se crean y se sustentan a través de una tecnología que evoluciona con la tradición y se certifica por consenso y a través de la sabiduría popular. El análisis de estas arquitecturas es el primer paso para poder plantear una arquitectura sostenible. 

En la isla de Bioko, reconoceremos el vínculo entre varios mundos a través de la arquitectura fernandina, la que surgió de la comunidad criolla, que toma origen en los sierraleoneses educados en Freetown o Inglaterra, que constituyeron una clase-puente entre los indígenas de la isla y “la nueva cultura”. Figuras como la de Maximiliano Jones, son ejemplos de lo que representó este eslabón de la sociedad en el desarrollo económico de la isla. La creación del que históricamente llamamos ‘Ensanche Fernandino’ y el modo en que las viviendas y servicios se dispusieron en esta retícula son herencia de esta época. La trama urbana de esa zona y viviendas como la casa Teodolita son ejemplos de arquitectura fernandina.  

A través de la Arquitectura de la época colonial española podemos encontrar testimonios que representan etapas especialmente destacadas en los cambios en los sistemas constructivos tradicionales de nuestro país. En algunos casos, como es la obra del arquitecto Albert Ripoll, reconoceremos una voluntad artística a través de proyectos como las “capillas modelo” que encontramos, por ejemplo, en el Barrio de La Palmas, Luba.

Descubriremos una voluntad de transformación a través de la arquitectura del movimiento moderno que, según el arquitecto indio Charles Correa, (re)coloca la arquitectura donde le corresponde: en la intersección entre cultura, tecnología y aspiración humana. El edificio del Banque des Etats de l’Afrique Centrale (BEAC) de Malabo podría ser una muestra.

Y percibiremos unas pretensiones y unos nuevos modos de expresión, una mezcla de influencias de diferente naturaleza a través de la arquitectura contemporánea. 

A partir de la puesta en valor de estos casos y la larga lista que nos espera, podremos conocer, estudiar y tomar medidas para cuidar y preservar los lugares y edificios de nuestro país. De este modo, podremos reconocerlos en nuestro día a día y transmitir a nuestros hijos nuestra historia y nuestra memoria.

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